domingo, 12 de octubre de 2014

Paisaje otoñal


















Llega la brisa fresca, diáfana
perfumada de aromas de madera
húmeda y tierra mojada.
Por el cielo, figuras de algodón
surcan, rápidas, el claro celeste.
Los árboles se visten de oro
y fuego pasión, engalanados,
celebrando la merecida plenitud,
colmada por los frutos del bosque.
La naturaleza entera estalla en
una alegría sosegada, melancólica,
animada por las notas musicales
del viento al atravesar las ramas
y la repentina danza quebradiza
de las hojas doradas, encendidas,
que con alborozado júbilo festivo
vuelan aquí y allá, erráticas.
Un año más ha pasado y el ciclo
se completa con lógica exactitud.
Los tonos amarillos, anaranjados,
rojos,  dominan el delirante paisaje
que atrapa al espíritu más sensible,
arrastrándolo al inevitable éxtasis.
Paisaje otoñal, de deslumbrante
belleza, siempre apelas al recuerdo
de aquella fría noche de vendaval
en que el amor tuvo a bien visitarme
mientras bebía de la cálida copa
el vino que haría palpitar mi sangre.



 ©Javier Carrasco 2014