martes, 14 de julio de 2015

LA UNIÓN DE LA IZQUIERDA


  Desde 2008, momento en que se inició la llamada “crísis” financiera, los trabajadores y los ciudadanos en general han visto como sus derechos sociales y universales han venido siendo pisoteados de manera imparable sin que los gobernantes de los estados hayan puesto remedio alguno. Son tiempos difíciles en que cualquier ciudadano que se precie de ser de izquierdas de verdad –no sólo de palabra o de imagen -  sabe que la izquierda debe estar más unida que nunca para hacer frente a un enemigo poderoso: el neoliberalismo, eufemismo actual que viene a definir al capitalismo financiero especulador y sin escrúpulos, que mata, esclaviza, diezma y pulveriza a estados y democracias –Grecia, el caso más cercano y doloroso- sin el más mínimo reparo, con tal de seguir aumentado sus capitales y beneficios. “La peste del siglo XXI” como a mi me gusta denominarlo.


 Por ello, y ante esta clara y peligrosa evidencia, los partidos políticos de izquierdas de  la España actual  –izquierda de verdad, no sólo de palabra o imagen- deben olvidarse de siglas,  de protagonismos individuales,  de estúpidas luchas hegemónicas, de “chupar cámara” y por el contrario deben esforzarse por formar un frente común, una plataforma política armada de sustanciosa ideología que pare los pies a  ese poderoso enemigo común, dispuesto a fagocitarnos y a convertirnos en sus miserables esclavos. Esa debe ser la prioridad más inteligente, y no perder el tiempo con actitudes que conduzcan a la escisión. Es necesario tener muy presente una verdad como un templo que todo aquel de ideología de izquierda conoce: la unión hace la fuerza.


 Lo de la ideología es muy importante, porque no estamos ante un problemilla o chiquillada sin importancia, y la ideología que hasta la fecha se ha preocupado por el bienestar de todas las clases sociales, en especial de las menos favorecidas, ha sido la marxista, independientemente de los fracasos que haya tenido su aplicación en distintos países y a lo largo de los dos últimos siglos de  la Historia. Un marxismo adaptado a nuestros tiempos, por supuesto, teniendo en cuenta la economía financiera global, los nuevos medios de producción y el poder omnipotente con que cuenta el capitalismo neoliberal y su brazo ejecutor: la troika o Fondo Monetario Internacional. Un marxismo que siga promoviendo la lucha de clases y la limpieza y reconstrucción de los maltrechos sindicatos, obra del torpedeo a que han sido sometidos por parte de ese poder neoliberal,  que los ha comprado y prostituido. Y un marxismo que abrace una economía al servicio de  la sociedad, del estado y no al revés, justo lo que está ocurriendo ahora. La economía financiera global sólo beneficia a unos pocos supercapitalistas especuladores y verdaderos terroristas –como les llama el ex ministro de economía griego Varoufakis- en detrimento y perjuicio de una inmensa mayoría.


 Todo esto es muy necesario, vital diría yo, si queremos que los derechos de los trabajadores, de los parias de la sociedad, incluso los propios Derechos Humanos, también pisoteados, no sean ultrajados ni exterminados, que en definitiva, es ahí a donde nos pretenden conducir.

miércoles, 1 de julio de 2015

Oriente Medio



Cuna de civilizaciones milenarias,
patria del Paraíso perdido,
 mucho hay de verdad, pues tu belleza,
 tu armonía de colores y sonidos
perduran al paso de los siglos,
claro indicio de que manos divinas
en los albores del tiempo se posaron en ti,
llenándote de magia y sabiduría.
Tierra amada por los dioses,
disputada por  hombres y  tribus,
¿ de dónde emerge tu singular atractivo?
¿acaso de tus vergeles, de tus palacios y templos,
de tu música sensual,  embriagadora?
Me cautivan  tus tibias y claras noches,
que al dejar atrás al calor implacable
hacen  brotar de exuberante vida
mercados, plazas y calles en tus ciudades,
 huella del paso de pueblos ancestrales.
Embrujado por el lascivo contoneo de la bailarina
me abandono al festín de los sentidos
en una noche perfumada de azahar y canela
entregado al placer, la inspiración y el olvido.


                                           ©Javier Carrasco