“El impostor”, en palabras del propio autor
es una “novela sin ficción” que trata sobre la biografía del mecánico,
sindicalista de la CNT y ex-presidente de la Amical de Mauthausen, Enric Marco
Batlle, (Barcelona, 1921), que saltó a la fama en todo el globo allá por mayo
de 2005 cuando se descubrió que había mentido y falseado datos de su vida para
hacerse pasar por deportado en la Alemania de Hitler y superviviente de los
campos nazis, justo unos días antes de la celebración del sesenta aniversario
de la liberación de dichos campos.
Nos
encontramos pues ante un libro donde Cercas también se confiesa impostor,
porque gracias a su psicoanalista había descubierto que “mi vida era una farsa
y yo un farsante…que iba de novelista y daba el pego y engañaba al personal,
pero en realidad no era más que un impostor”. Aunque luego añade que él como
novelista puede mentir sin causar el mismo daño que el que miente en la vida
real y a millones de personas en todo el mundo.
A pesar de que desde el primer capítulo
cuenta que se muestra reacio a escribir este libro, aún con el
beneplácito y aprobación del propio Marco, dado que se trata de un personaje
que en realidad es un antihéroe y esto le puede conducir a un hecho inmoral,
sin embargo confiesa que su intención no es justificarlo, sino entender qué
razones llevaron a Marco a tramar tamaña impostura. Por otro lado, siguiendo
con las justificaciones para escribir esta novela, postula que “el pensamiento y
el arte intentan explorar lo que somos…El deber del arte (o del pensamiento)
consiste en mostrarnos la complejidad de la existencia…en analizar cómo
funciona el mal, para poder evitarlo, e incluso el bien, quizá para poder
aprenderlo”. Y cita dos casos similares
en la literatura universal de aberraciones inmorales tratadas en novelas sin
ficción que terminaron convirtiéndose en
obras maestras: “A sangre fría” donde Truman Capote eligió el asesinato de una
familia de granjeros de Kansas en manos de
dos jóvenes y que acabaron siendo condenados a muerte. Capote se hizo
amigo de los asesinos, los visitaba en la cárcel, les prometía que haría todo
lo posible por salvarlos, pero al mismo tiempo rezaba por sus muertes porque
sabía que ese era el mejor final que podía tener su libro. El otro caso es “El
adversario” del francés Enmanuel
Carrére, novela sin ficción o relato real de un impostor llamado
Jean-Claude Romand que asesinó a su mujer, sus dos hijos y sus padres para que
no fuese descubierta su mentira.
Así
pues, dando todo lujo de detalles, el autor describe el proceso de
investigación llevado a cabo, y en el que llega a implicar a varios miembros de
su propia familia, como su hijo, su mujer o su hermana, para averiguar qué
había de verdad y de mentira en la vida
del protagonista. Así el lector asiste a episodios de la biografía de Marco
contrastados con los acontecimientos
históricos que le tocó vivir: la Guerra Civil,
la II Guerra Mundial, la España de la posguerra, y los años de la transición
española a la democracia hasta la
actualidad.
Enric Marco Batlle
Merece capítulo a parte la descripción que se
hace de Marco, “el campeón o rock star de la llamada memoria histórica”. Javier
Cercas es claro cuando afirma que casi no lo soporta en los encuentros y
entrevistas que mantiene con él, al que considera –basándose en las opiniones
de psicólogos y psiquiatras cuando estalló el caso- “un narcisista de manual”,
entendiéndose como tal que “posee un sentido exagerado de la propia
importancia, practica el autobombo sin pudor, a todas horas y con cualquier
excusa…espera ser reconocido como un individuo superior, admirado sin
resquicios…Además de tender a la arrogancia y la soberbia, cultiva fantasías de
éxito y poder ilimitados…seductor imparable…manipulador nato, un líder deseoso
de captar seguidores, un hombre sediento de poder y de control” –de estos he
conocido a muchos, por desgracia.
Peculiar es también la comparación que
establece el autor –ya lo había hecho con anterioridad en su artículo “Yo soy Enric Marco"- entre Marco y Don Quijote: el hidalgo Alonso Quijano que tras
llevar una vida mediocre en su pueblo se reinventa como caballero andante, Don
Quijote, para llevar una vida de aventuras y honor. De forma similar Marco, un
mecánico de vida mediocre y tediosa en un taller decide reinventarse como un
héroe civil, luchador antifranquista y contra Hitler, para lanzarse a una vida
idealista de coraje y de honor.
Javier Cercas toca de manera casi inevitable el tema de la
memoria histórica. Dice que la expresión en sí misma es equívoca y explica que
la historia y la memoria son opuestas: “la memoria es individual, parcial y
subjetiva, en cambio la historia es colectiva y aspira a ser total y objetiva”.
Concluye diciendo que la memoria histórica se ha transformado en una industria,
“en un competitivo mercado…un poderoso factor de marketing a la vez que en un
instrumento de control del presente para obtener réditos políticos. ¿Qué es la
industria de la memoria? Un negocio.” A este respecto, Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra, en su artículo “Javier Cercas y su manipulación de la memoria histórica” expone: “Definir ahora la búsqueda de la
memoria individual y colectiva de tales personas (en condiciones dificilísimas)
como una industria es un insulto en letras mayúsculas a aquellos que están
haciéndolo con una enorme pobreza de medios y a un enorme coste
personal…considero repugnante (y no hay otra manera de decirlo) que –Javier
Cercas- vaya utilizando los medios –de comunicación- para dificultar la labor heroica de aquellos
que, con un gran coste personal, están presionando para que se conozca, se
homenajee y se retribuya a los que perdieron su vida, en una causa que les
honra”.
Javier Cercas
Debo confesar que este libro de mi novelista español
preferido, entre los mejores, si no el mejor, me ha decepcionado. Tal vez sea
porque noto en él la influencia de la moda tan extendida en los medios de
comunicación y de la telebasura de fomentar el morbo, el linchamiento personal, el sacar los
trapos sucios en lugar de hacer lo que debieran: informar honestamente y
fomentar los ideales democráticos y el respeto hacia la opinión de los demás. Pero
claro, eso no vende en una sociedad decadente como la que nos está tocando
vivir.
Ojalá que Javier Cercas aparque por un tiempo
su faceta de historiador para entregarse por entero a su celebrada labor de
novelista, porque como él mismo repite de manera casi obsesiva a lo largo de
todo el libro, “la realidad mata, la ficción salva”. Seguro que su público se
lo agradecerá.
©Javier Carrasco
2015