Tu brisa esperada al fin llega
en el cálido y poético ocaso
con la frescura de un beso
y la melosa caricia añorada
tras las vacías y sórdidas horas
de tedioso abandono y desidia.
Tu brisa siempre retorna
anunciando la llegada de
la tibia noche y su
hermoso
cortejo estival de estrellas,
cuando los pesares cotidianos
dan paso a la serenidad de
espíritu, al ansiado sosiego,
la calma que libera a la razón
y desboca a la inspiración,
a los nobles pensamientos,
que ahora afloran en armonía.
Tu brisa me llena de amor
y de magia, entregándome por
entero al placer de vivir,
con sus luces y sus sombras,
porque ¿ acaso no hay mayor desafío
que el formar parte de
la incertidumbre?
© Javier Carrasco