He despertado de un sueño hermoso que he
olvidado al instante. Razones hay de sobra. La esencia del terror se ha
apoderado de mi. He abierto los ojos aún con la sonrisa en los labios y una paz
infinita en mi interior para descubrir que me rodea una oscuridad absoluta,
impenetrable, insondable, la misma que encontramos cuando cerramos los ojos por
la noche cuando vamos a dormir. Resulta difícil saber si mis párpados están
abiertos en realidad, pues la negritud es total, la misma que podemos apreciar
cuando apagamos la linterna en una sima a cientos de metros de profundidad bajo
tierra. Mi cuerpo está agarrotado, no puedo mover ni un solo músculo, ni un
solo dedo. No puedo emplear ninguno de los sentidos. No tardan en llegar la
ansiedad, la claustrofobia, las dificultades respiratorias, la incapacidad de
gritar… ¿dónde estoy? ¿cuánto tiempo voy a estar así? ¿se trata de una terrible
pesadilla? No, no lo creo, estoy plenamente consciente, totalmente despierto.
No es un mal sueño. Ha de tratarse de algo muy diferente…pero ¿de qué?...
©Javier Carrasco
2017