Nacido como eres en una tierra
mimada y colorida por un sol
que convierte en lienzo el paisaje
y madura el fruto dorado, divino;
no podías escapar al influjo de la poesía
que aflora de los campos con su magia.
La vida, con sus luces y sus sombras,
te enseñó a sortear los escollos del camino,
con paso firme y
decidido,
como esa bravura que reposa en la barrica
dispuesta a templar los corazones
el día que la viertan en sus copas.
Tu pluma es tan recia como el roble
que ahonda sus raíces bien adentro
capaz de hacer poesía comprometida
en contra de la ruindad y la injusticia
con versos de valor y
de grandeza.
Ilumínanos, maestro, con tus palabras
sácanos del hastío y del Averno
adonde nos han conducido
las voces huecas de los podencos.
En tu poesía hallo luz y consuelo
sosiego para el alma y el intelecto
que como ese buen vino que saboreo
me llena de noble ánimo e inspiración.
©Javier Carrasco 2013