Desde 2008,
momento en que se inició la llamada “crísis” financiera, los trabajadores y los
ciudadanos en general han visto como sus derechos sociales y universales han
venido siendo pisoteados de manera imparable sin que los gobernantes de los
estados hayan puesto remedio alguno. Son tiempos difíciles en que cualquier
ciudadano que se precie de ser de izquierdas de verdad –no sólo de palabra o de
imagen - sabe que la izquierda debe
estar más unida que nunca para hacer frente a un enemigo poderoso: el
neoliberalismo, eufemismo actual que viene a definir al capitalismo financiero
especulador y sin escrúpulos, que mata, esclaviza, diezma y pulveriza a estados
y democracias –Grecia, el caso más cercano y doloroso- sin el más mínimo reparo,
con tal de seguir aumentado sus capitales y beneficios. “La peste del siglo XXI”
como a mi me gusta denominarlo.
Por ello, y ante esta clara y peligrosa
evidencia, los partidos políticos de izquierdas de la España actual –izquierda de verdad, no sólo de palabra o
imagen- deben olvidarse de siglas, de
protagonismos individuales, de estúpidas
luchas hegemónicas, de “chupar cámara” y por el contrario deben esforzarse por
formar un frente común, una plataforma política armada de sustanciosa ideología
que pare los pies a ese poderoso enemigo
común, dispuesto a fagocitarnos y a convertirnos en sus miserables esclavos.
Esa debe ser la prioridad más inteligente, y no perder el tiempo con actitudes
que conduzcan a la escisión. Es necesario tener muy presente una verdad como un
templo que todo aquel de ideología de izquierda conoce: la unión hace la
fuerza.
Lo de la ideología es muy importante, porque
no estamos ante un problemilla o chiquillada sin importancia, y la ideología
que hasta la fecha se ha preocupado por el bienestar de todas las clases
sociales, en especial de las menos favorecidas, ha sido la marxista,
independientemente de los fracasos que haya tenido su aplicación en distintos
países y a lo largo de los dos últimos siglos de la Historia. Un marxismo adaptado a nuestros
tiempos, por supuesto, teniendo en cuenta la economía financiera global, los
nuevos medios de producción y el poder omnipotente con que cuenta el
capitalismo neoliberal y su brazo ejecutor: la troika o Fondo Monetario
Internacional. Un marxismo que siga promoviendo la lucha de clases y la
limpieza y reconstrucción de los maltrechos sindicatos, obra del torpedeo a que
han sido sometidos por parte de ese poder neoliberal, que los ha comprado y prostituido. Y un
marxismo que abrace una economía al servicio de la sociedad, del estado y no al revés, justo
lo que está ocurriendo ahora. La economía financiera global sólo beneficia a
unos pocos supercapitalistas especuladores y verdaderos terroristas –como les
llama el ex ministro de economía griego Varoufakis- en detrimento y perjuicio
de una inmensa mayoría.
Todo esto es muy necesario, vital diría yo, si
queremos que los derechos de los trabajadores, de los parias de la sociedad,
incluso los propios Derechos Humanos, también pisoteados, no sean ultrajados ni
exterminados, que en definitiva, es ahí a donde nos pretenden conducir.