¿Dónde estará el resto de la división?, ¿acaso se habrán pasado al bando de los sublevados? No es de extrañar, tras los horribles sucesos acaecidos en las últimas semanas, culminando con el suicidio del Führer. No hay lugar a dudas: es el fin.
Quién te lo iba
a decir, ironías del destino. Tú, oficial de las SS, mano derecha del
“Carnicero de Praga”, el “Reichsprotektor” nombrado por el propio Führer para
aplastar a la resistencia checa mediante la instauración del terror y la
represión; tú, experto cazador de judíos, ahora atrapado en su viejo cementerio
atestado de lápidas y con varias capas de enterramientos y cadáveres debajo
tuyo, por la falta de terreno y la prohibición que tienen los judíos de no
desenterrar a los muertos para trasladarlos a otros cementerios. El cazador
cazado.
Todo resulta demencial. Para colmo la
resistencia se ha sublevado y ha tomado puntos estratégicos de la ciudad, a
sabiendas que tanto las tropas norteamericanas por el oeste como el Ejército
Rojo ruso al este, se hallan a las puertas de la ciudad. Puede que tu general haya firmado ya las capitulaciones de
rendición y se hayan retirado, como podría explicar la reducción de la crudeza
del fuego y de los combates, tan arduos en los días anteriores. Puede que el
Ejercito Rojo haya tomado ya la ciudad. En definitiva, tu vida corre serio
peligro y salir de este escondite podría acarrearte serios problemas. Es fácil
ser blanco de los francotiradores apostados por toda la ciudad, o ser sorprendido
por las turbas de la resistencia checa ávida de sangre y venganza.
No sabes que te has refugiado tras el
sepulcro del célebre rabino Judah Loew
ben Bezalel, que vivió en el siglo XVI, estudioso del Talmud y de la Cábala,
también matemático y astrónomo, conocido como el “Marahal de Praga”. Has oído
hablar de él. Alguien te contó la leyenda que circula en la ciudad de que el
piadoso y santo rabino había creado del barro un “golem”, una criatura
gigantesca y deforme que defendiera a los judíos de la ciudad de los ataques
antisemitas, muy cerca de donde ahora estás, en la sinagoga de Altneuschul. Le infundió vida introduciéndole
en la boca el “shem.”, es decir, una pequeña tira de pergamino con una
inscripción mágica en hebreo que contenía el nombre de Yahveh, el Dios judío. Pero
un aguerrido oficial de las SS no puede creerse ese cuento medieval que no
asusta ni a los niños.
El oficial alemán lleva muchas horas oculto,
esperando algún momento de tranquilidad para abandonar la posición e intentar cruzar
el puente que le lleve a la otra orilla del río y poder alcanzar el campo
abierto, aunque no tenía muy claro hacia dónde debía dirigir su huida. El
enemigo lo rodeaba por todas partes. Faltaba poco para que anocheciera y el
viejo cementerio se cubrió de sombras y de un frío intenso. El oficial asió su
pistola y estaba alerta, mirando en todas direcciones. De pronto oyó un ruido
extraño, como el gruñido de una bestia, proveniente de su flanco
derecho. Con ojo avizor miró hacia el lugar. Su semblante palideció. Una
sombra gigante y deforme se agitaba tras unas lápidas medio derruidas. El
terror se apoderó del oficial que sin pensarlo echó a correr a toda velocidad
hacia las puertas del cementerio. Un
disparo atronador quebró el tenso silencio reinante antes de que cayera la
noche. El oficial sintió como el fuego le quemaba la garganta, impidiéndole
respirar. Cayó al suelo como un muñeco roto y quedó inerte sobre el suelo aún
cubierto de nieve.
© Javier
Carrasco 2015
Relato inspirado por mi reciente viaje a Praga, a principios de agosto.
ResponderEliminarUn gran estilo literario....
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias, Mark. Tú que me miras con buenos ojos, ja,ja,ja. Un fuerte abrazo
EliminarExcelente planteamiento. Se ve que has disfrutado el viaje, malandrín...
EliminarBuenaaaaaas, Jezúz, ¡por fin por aquí, menuda odisea! Siiiii, fue una aventura simpática y muy cultural -a pesar de la cerveza, que corría a raudales. Menudo majín estás hecho... Un abrazo
EliminarMuchas gracias, guapísima, que te ha sentado muy bien la feria de Málaga,ja,ja,ja. Ya termina el verano y ahora toca ponerse a escribir, así que ¡ánimo! Besos
ResponderEliminarMi viaje soñado y que cuando esté perfecta para viajar fuera de nuestro país…ese es mi destino. Praga. Supongo que el antiguo cementerio judío es sobrecogedor y con mucha historia. Tu relato, como todos, fantástico. Mis felicitaciones. Un besito
ResponderEliminarPues nada, Águeda, en cuanto estés del todo recuperada no te la pierdas, porque es una ciudad de fábula. Con razón Kafka siempre vivió allí. La Historia y el Arte campan a sus anchas por todas sus calles y plazas, también los misterios y leyendas. Besos.
EliminarAh! Como me gusto Praga... gustar es un decir, porue la verdad es que quede embrujada. Me acuerdo bien de esa calle de Kafka y de las energias nocturnas y de la musica callejera por verdaderos artistas, de los helados, tambien.
ResponderEliminarMagnifico relato, que bien nos muestra que las pretendidas "glorias"de este mundo pasan bien a pesar suyo.
Gracias por permitirme revivirlo.
Un abrazo
Me alegro. Igoa, de que también disfrutaras de esta hermosa ciudad histórica y cosmopolita, donde el arte, en sus distintas manifestaciones, aflora por sus calles y plazas. Me impresionó sobremanera ver las paredes de la sinagoga Pinkasova -desde donde se accede al célebre cementerio- escritas casi hasta el techo con los nombres y fechas de nacimiento de las personas asesinadas en los campos de concentración nazis, de tal forma que no me quedaba otra que escribir sobre esto, aunque fuese un relato corto, donde la realidad histórica se funde con la leyenda.
EliminarGracias a ti, incansable viajera, por dejarnos tu entrañable comentario. Besos.
Se me revuelven las tripas con la "vieja Europa" de esos episodios y este lo leo porque tu lo escribes. Y como siempre no decepcionas. Del tetrico cementerio nos haces salir con la satisfacción del deber cumplido. Aunque yo hubiera preferido horas de agonía y miedo arrastrándose hasta el puente.
ResponderEliminarSi, Carlos, fueron terribles acontecimientos que producen pesar recodarlos, pero que no hay que olvidar. Son los dramas ocasionados por las guerras, que como ahora se repite con Siria, es la población civil inocente la que se lleva la peor parte. De manera automática, el personaje de este relato despierta los deseos de venganza en el lector, al igual que ocurrió en los hechos históricos, tras la derrota de los nazis. El sentimiento de venganza, comprensible en aquel momento, pronto se hizo ver en la población checa reprimida, que no tardó en emprenderla contra los pobladores civiles alemanes traídos por Hitler. Siempre los civiles llevan las de perder en toda guerra, y ese es el gran drama que hay que evitar a toda costa, pero eso siempre es un mal menor para los que generan el conflicto, ocupados en otros asuntos más "importantes".
EliminarUn abrazo querido Carlos (el del viejo puente sobre el río Moldava, ja,ja,ja)
Hola, qué tal…?
ResponderEliminarQuería saludarte y desearte un feliz principio de otoño.
Es un gran relato lo que nos dejas. El año pasado releí el Diario de Ana Frank, y unos meses antes también otra historia de una familia judía pero esta vez huían de Rusia en el tiempo del Zar. Pero es que estas partes de la historia me ponen triste. Lo que sí suelen tener estos relatos es una gran riqueza literaria con gran cantidad de datos e información. Como se hacía en la literatura clásica, que hoy echamos en falta.
No conozco Praga, pero supongo que el verano es la mejor estación para recrearse en esta clásica válvula de sangre europea enriquecida de cerveza… je, je…
Me imagino a los checos muy dados a mantener costumbres y con intención de que el tiempo no pase por estos lares.
Abrazos!!
Muchas gracias, Juande. Si, es cierto que este tema entristece, pero si te llega al alma compruebas que la tristeza se torna en indignación y rechazo a los crímenes y genocidios originados por las guerras, o cualquier otro tipo de barbarie. Tampoco debe dejarnos indiferentes. Estoy de acuerdo contigo en que en las modas literarias actuales -y no me refiero a los bestsellers precisamente pues no son literatura- se echa en falta profundidad de pensamiento y compromiso por parte de los autores, que no está reñido con el objetivo primario de entretenimiento. Un buen libro, a parte de contar una buena historia tiene que conmover y hacer pensar a los lectores, quienes deben tomar una parte activa en ese proceso de comunicación literaria.
EliminarSí, los checos son muy amantes de sus costumbres y de la buena cerveza, pero todavía, al menos los praguenses, tienen mucho que aprender sobre turismo y hostelería. En eso les llevamos mucha ventaja.
Un fuerte abrazo.
Hola, Javier. Ya estoy de vuelta, así que pasaré con calma a leer lo atrasado, este post promete, como ya nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarEspero el verano hayas disfrutado con Puri y tus hijos. Ya me contarás.
Un beso otro para Puri.